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Antiguo 10-jul-2017     #4
Predeterminado

Si tenemos libertad para pensar; ¿Quién nos puede negar a mirar?
Voy a hacer una interpretación absolutamente personal de lo que sobre este punto pienso, y solo está basado en mi experiencia personal al respecto.
Mi sexualidad según recuerdo, despertó muy tempranamente, tal vez mucho antes que todo lo visto y escuchado sobre este tema. Pues mis primeros recuerdos sexuales han sido ver; desde mi cuna, junto a la cama matrimonial de mis padres, cuando estos hacían el amor y; recuerdo vívida-mente la erección de mi miembro apresado bajo mis pañales.
Recuerdo también como mi padre y por sugerencia de mi madre me enseñaba a higienizar mi miembro con jabón y agua tibia, para que el mismo no oliera mal por la acumulación del esmegma y a descubrir totalmente mi glande, a fin de evitar una futura fimosis.
A la edad de cinco años, no más, mostrábamos nuestra habilidades personales para tener una erección, o descubrir nuestro glande, entre varios de mis primos hermanos de edades parecidas en reuniones, que hacíamos en el amplio jardín, de la casa de nuestros abuelos.
Hasta ese momento todos percibíamos la existencia placentera de tocar nuestros sexos y no teníamos percepción de que aquello que hacíamos, de tanto en tanto, fuese malo o dañino.
Fue a partir de ir al colegio, que empezamos a escuchar de nuestros maestros que; aquello de tocarse el sexo, era una costumbre dañina, es más; Con los primeros conceptos religiosos, el toqueteo de nuestro aparato sexual era pecaminoso y podría traer consecuencias de salud espantosas.
Me estoy refiriendo a un colegio de sacerdotes católicos del año 1946 en adelante.
Esto me trajo como consecuencia, una lucha física y mental, entre mis involuntarias, frecuentes y deliciosas erecciones, contra la imposición del pensamiento que nos inculcaban los maestros y sacerdotes del colegio.
Con mucha culpa, un día descubrimos sin que se nos enseñase específicamente; la masturbación y junto con ella, el glorioso epílogos de esa actividad que; una vez terminada, sentía el peso de una culpa, por haber cometido un terrible pecado, y la posterior vergüenza de tener que confesar este, un día antes de recibir la eucaristía.
Lo que se inculca en la niñez, queda grabado profundamente y estos conceptos me acompañaron casi hasta los 50 años, donde solo tuve alivio en mi consciencia luego de haberme casado y donde la sexualidad matrimonial todo lo permitía, en tanto ambos, en dicho matrimonio estuviesen de acuerdo.
Pero la pornografía, se instaló en mi vida cuando supe de la existencia de ella, a la temprana edad de 10 años, y a pesar de que la consumía, en años donde la misma existía, en forma ilegal prácticamente en todos los países, excepto en aquellos lejanos países nórdicos, debía contentarme con revistas extranjeras de muy mala calidad y copias de fotos caseras peores todavía, recién pude acceder a mejores revistas, cuando se produjo el famoso destape español, por allá en los '65 a los '70s.
A pesar de tanto años, y ser una persona adulta, la pornografía seguía siendo para mi, un placer con carga culposa. Un estigma que solo pude superar, mediante sesiones psicológicas, recién cuando cumplí mis 55 años. Mucho tiempo para llevar una carga, absolutamente idiota.
¿Cual es mi conclusión después de tantos años de ver culposa mente tanta pornografía? Que la misma siempre ha sido una manifestación de la curiosidad humana, tergiversada por conceptos religiosos que, buscaron en realidad tener una forma de conservar un poder sobre la persona adoctrinada, partiendo de la base que; quienes la proponían o imponían, no podían ejercer sobre el adoctrinado, poder de autoridad mediante la violencia, pues esta iba en contra de sus conceptos de bondad pacífica, solidaridad y corrección fraternal, e impuesta con modos lejanos de la ira y la soberbia. De este modo, con sutileza y volcando haciendo sentir culpa al otro, se obtenía una forma de control, sobre la persona adocenada.
Cuando finalmente pude ver pornografía sin culpas, y usar mi sexualidad del mismo modo, incrementé a niveles jamás tenido, satisfacciones íntimas y personales que: de otro modo nunca las hubiera tenido. Mi conclusión final sería: ¡Que 55 años mal gozados! :-)

Nadie es tan malo, ni tan bueno como parece.
Los siguientes 6 usuarios agradecen a juaycito por este mensaje:
baduser (11-jul-2017), Florderetama (10-jul-2017), josealo (20-jul-2017), Orpheus96 (10-jul-2017), RareGemOS7 (11-jul-2017), She_Devil (12-jul-2017)